Época: América borbónica
Inicio: Año 1700
Fin: Año 1810

Antecedente:
Desarrollo de las colonias



Comentario

Estaba compuesta por las provincias de Chiapas (con Soconusco), Guatemala (con Sonsonate y El Salvador), Honduras, Nicaragua y Costa Rica y era un territorio habitado por cerca de un millón de habitantes en 1810. Entre 1700 y 1778 había crecido desde 530.000 hasta 800.000. La población era indígena en un 90% y blanca en un 2%. El 8% restante eran mestizos, mulatos y negros. Esta población estaba desigualmente repartida. Guatemala tenía la mayor densidad y un absoluto predominio indígena, mientras que Costa Rica estaba casi deshabitada, ya que en 1741 contaba con 10.000 habitantes de los que solo 941 eran naturales. Era además una población eminentemente rural en la que la ciudad de Guatemala ejercía un influjo muy débil, pese a ser sede del Gobierno, de la administración religiosa (en 1748 se erigió el Arzobispado), de justicia, de la cultura (contaba con la Universidad de San Carlos Borromeo) y de los comerciantes más notables. La capital se trasladó de emplazamiento al valle de La Ermita tras el terremoto de 1773, que asoló la vieja población (hoy la Antigua). El problema se agravaba por la dificultad de las comunicaciones, que los gobernadores ilustrados procuraron solucionar sin conseguirlo. Nada de esto mejoró apenas con la introducción de las intendencias a partir de 1785, creándose las cuatro de San Salvador, Ciudad Real, León y Comayagua. La Capitanía estaba volcada por otra parte hacia su costa pacífica. La atlántica estaba muy poco desarrollada por múltiples razones, pero principalmente por el clima y por la presencia de muchos indígenas hostiles a la dominación española (caribes y mosquitos). Esto motivó el asentamiento inglés en Belice y la Mosquitia (donde había 2.600 habitantes en 1787). En el primero de dichos territorios con carácter legal desde 1763. Para hacer frente a los británicos se hizo el fuerte de Omoa en 1766, y se repobló Trujillo en 1780. La Real Hacienda obtenía casi las tres cuartas partes de sus ingresos de los tributos de indios, empezando a cambiar esto a raíz de la reforma fiscal de 1765, cuando se creó el estanco del tabaco -añadido al del aguardiente fundado en 1758-, se subió la alcabala y se trasladaron a Guatemala desde México los estancos de pólvora y naipes. A comienzos del siglo XIX el 80% de los ingresos hacendísticos procedían de las rentas estancadas y de la alcabala, y sólo el 18% de los tributos de indios.
La economía guatemalteca era fundamentalmente agrícola, aunque contaba con una ganadería apreciable en Nicaragua y alguna minería en Honduras. Los cultivos comercializables más notables eran el añil, producido en Guatemala y San Salvador, y el cacao de Costa Rica, que se hundió a fines del siglo XVIII ante la competencia venezolana y guayaquileña, pasando a ocupar su lugar el tabaco. El añil tuvo su época dorada entre 1760 y 1790, entrando posteriormente en decadencia. Los cosecheros tuvieron muchos problemas con los comerciantes guatemaltecos que les compraban sus productos y crearon en 1782 una sociedad para defender sus intereses. Los comerciantes también integraron su Consulado el año 1793. Otro cultivo importante fue la caña, muy desarrollada en las haciendas de las órdenes religiosas. El espectro agrícola se completaba con el bálsamo, la cañafístula y la zarzaparrilla. Durante la centuria se produjo un aumento de la propiedad territorial, tanto en manos religiosas (sobre todo de dominicos), como laicas. El trabajo agrícola se hacía con mano de obra obligatoria -sobre todo durante las primeras décadas del siglo- lo que motivó algunas revueltas, como la de los Tzeltales en 1712 (Chiapas). Lentamente fueron sustituidos por ladinos a jornal. Estos ladinos llegaron a ser casi la mitad de los indios.

El comercio estuvo muy obstaculizado. La Corona trató de evitar el tráfico con México y Perú para que no se drenara plata de dichos territorios. El Reglamento de 1778, que habilitó los puertos de Santo Tomás y Omoa para el intercambio con España, sólo se reflejó en un aumento de la demanda de añil. El contrabando inglés y holandés suplió la deficiencia, extrayendo los artículos exportables a los mercados internacionales. Aparte de esto había algunos navíos de registro con la Península. La falta crónica de numerario en la Capitanía mejoró algo a partir de 1733, cuando se fundó la Casa de Moneda, que acuñó medio millón de marcos de plata y dos mil marcos de oro en sus primeros veintidós años.